Todos nos comprendemos a nosotros mismos porque todos conocemos las razones últimas de nuestros actos. Lo difícil es
comprender a los demás. Sobre todo si la otra persona es de
distinta raza, cultura, religión o clase social. Pero también si, siendo de nuestra misma raza, cultura, religión y clase social, hace cosas
muy diferentes a las que nosotros hacemos. Ese es el caso de Harold
Gandolfinski, padre de familia ejemplar que se dedica a negocios
poco ejemplares.
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